5 mandamientos para una auténtica conversación

5 mandamientos para una auténtica conversación

La conversación es la gran protagonista en la era digital. La mayoría de las personas pasa gran parte de su día en conversaciones de todo tipo, tanto cara a cara como a través de los distintos dispositivos digitales: teléfono, whatsapp, correo electrónico, redes sociales… 

Pero esas conversaciones no siempre tienen una calidad suficiente para saciar la sed de comunicación y vínculos. La hiperconexión no satisface la necesidad de ser conocidos y comprendidos por otras personas de modo profundo y satisfactorio. Tampoco es frecuente que de ellas obtengamos una conclusión clara para actuar. ¿Qué pasa? 

Hay muchos tipos de conversación, y no todas tienen por qué ser trascendentales; las hay divertidas, prácticas, de ocio, de trabajo, organizativas… Pero es fácil que en cualquiera de ellas se caiga en vicios o defectos que producen esa insatisfacción de fondo. Por una parte porque no se llegue a concretar algo si fuese necesario hacerlo; por otra, porque uno de los interlocutores no haya logrado expresar lo que tenía que decir y en el fondo siente que se trata de un intercambio de monólogos en que cada uno se escucha sólo a sí mismo. Y esto puede pasar tanto en la presencia como en los medios digitales.

Sentirse escuchados es clave
Escuchar. Primer mandamiento de la conversación

Por eso he aquí una sugerencia de “mandamientos” básicos que pueden elevar la calidad de las conversaciones de todo tipo y para cualquier tipo de objetivo, y también ya sean cara a cara o digitales. 

  1. Escucha. Primer mandamiento de cualquier conversación. No sólo calles mientras la otra persona habla; pon el corazón para comprender lo que dice y lo que aún no sale de sus labios pero está implícito en sus gestos y actitud (o emoticones).
  2. No interrumpas. Aunque parezca que ya sabes lo que te van a decir, deja que la persona exprese lo que tiene dentro. ¡Cuántas veces la interrupción mata la comunicación prematuramente! En el caso digital sería enviar un gif o mensaje aunque la persona no ha terminado de expresarse. Es desesperante cuando el otro quiere hacer ver que te conoce tanto, que no necesita que le cuentes algo porque ya lo sabe. No. Es muy importante que quien desea decir algo, lo diga. Le hace bien.
  3. Haz preguntas respetuosas. Cuando alguien te cuenta algo, sobre todo si es una situación importante, pregunta con respeto para que él o ella indague sobre sus propios motivos, sobre su contexto, en el que pueden estar ya las pistas de salida. Tiene que quedar claro que tus preguntas no surgen de una vana curiosidad, sino son caminos que se le abren para que pueda avanzar.
  4. No respondas con tu caso personal. Acoge lo que el otro te dice sin responder a botepronto con tu caso, tu enfermedad, tus anécdotas. Ni siquiera para “apoyar” lo que dice. Cuando contestamos con nuestro propio caso, asumimos el protagonismo y la otra persona desaparece de la conversación. No le confrontes con paralelismos que debería elaborar para sacar alguna consecuencia.  Céntrate en su situación para que pueda comprenderla o asumirla.
  5. No hagas juicios de valor. La persona que está expresándose sinceramente, se manifiesta en desnudez y sin defensas ante ti; si caes en la tentación de expresar un juicio descalificador sobre ella, la persona se cubrirá y no se volverá a exponer en tu presencia. No juzgues porque no tienes elementos. Nunca se tienen: los demás son siempre un misterio. Puedes manifestar con claridad tu punto de vista, pero respetuosamente, sin juicios, sin imposiciones ni presuponer que tienes la única solución o pista de salida. 

La sensación vital de “ser escuchados y acogidos” es un núcleo fundamental de la vivencia de la comunicación satisfactoria. Obviamente quien está expresando algo no debe caer tampoco en el monólogo, acaparando el tiempo de la conversación y convirtiéndola en unidireccional. Es importante dar al otro la ocasión de ofrecernos algo, un punto de vista o una luz oportuna que nos sirva de algún modo. Escuchar a nuestra vez. En el dar y recibir se construye la relación de iguales que fortalece el vínculo entre las personas, incluso aunque no estén totalmente de acuerdo en sus opiniones o en los contenidos compartidos.

Leticia SOBERÓN
Psicóloga y Doctora en comunicación
Madrid, febrero 2018

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