La co-responsabilidad política

La co-responsabilidad política

En estos últimos años se ha hablado mucho del deterioro en la llamada “clase política”, y la ciudadanía ve con desagrado y temor el tono áspero con que se tratan los representantes de unos y otros partidos. Se señala con preocupación el ínfimo nivel de análisis en los debates dentro y fuera de los Parlamentos, en los que el tiempo se va en insultos mutuos mientras los auténticos problemas de la sociedad están simplemente ausentes.

Imagen de Florian Pircher en Pixabay

Pero esta indignación ciudadana tiene un punto de hipocresía y permanece en la esterilidad si no hace algo más que señalar ese deterioro.

No olvidemos que los políticos reflejan perfectamente a la sociedad que los eligió. Provienen de ella, son premiados justamente por comportarse como lo hacen. Y se desenvuelven de modo que la gente vuelva a votarlos. Dan a su electorado lo que éste espera, le hablan con lo que le agrada escuchar.

En la sociedad digital se verifica esto con mayor evidencia aún, pues si vamos a mirar lo que se comparte en redes sociales —incluso depurando los mensajes provenientes de los bots y trolls generados digitalmente— percibiremos un alto porcentaje de insidia y uno bajísimo de auténtico intercambio y deliberación.

La sociedad no es inmaculada. La sociedad somos las personas de carne y hueso que nos comportamos con los demás de una determinada forma, que aplaudimos a los pícaros, que sostenemos con nuestro voto y nuestro apoyo a los canallas, quizá en el fondo envidiándoles el arrojo de mostrarse tal cual son en el foro público, ganar mucho dinero y tener notoriedad.

Las democracias vigentes en el momento actual tienen un enorme margen de mejora, no tanto porque las leyes deban cambiar, que seguramente sí en muchos casos, sino en la calidad de la ciudadanía, capaz de plantear preguntas serias sobre temas auténticamente importantes, capaz de exigir a sus representantes que dejen de comportarse como púgiles pagados para golpearse sin matarse, entreteniendo a quienes actúan como un público sediento de espectáculo.

Nos corresponde participar aportando datos, cuestionamientos, propuestas, iniciativas, comportamientos valientes y generadores de oportunidades.

Y, sobre todo, exigiendo a los políticos un nivel de diálogo y negociación digno de tal nombre. Los desafíos que tenemos ante nosotros no permiten más tiempo de frivolidad colectiva.

Abril de 2024

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