Las tentaciones de la tecnología

Las tentaciones de la tecnología

Cuando hablamos de tecnología debemos tener en cuenta que existe una cadena de acontecimientos que nos transportan desde los descubrimientos científicos, hasta el uso que hacen las personas de dichos descubrimientos. El primer eslabón de la cadena es la CIENCIA (que es la que pone manifiesto de una forma estructurada una serie de evidencias que dan lugar a los descubrimientos). El segundo eslabón de la cadena es la TÉCNICA (es la aplicación práctica de esos descubrimientos que ha puesto de manifiesto la CIENCIA). El tercer eslabón son las TENDENCIAS SOCIALES que son las que describen el comportamiento de una sociedad (que surgen como consecuencia de la aplicación de la tecnología) y también son las que hacen que ciertas aplicaciones tengan más éxito que otras.

Los descubrimientos no son ni buenos ni malos, son evidencias. La técnica tampoco se puede catalogar como de buena o mala, son aplicaciones de dichos descubrimientos. El problema sobre la bondad o la maldad radica en el uso que se hace de esta tecnología.

Albert Einstein, uno de los científicos más grandes de la historia, en 1905 formuló la teoría de la relatividad (e=mc2). Imposible pensar que su descubrimiento, que ha salvado tantas vidas y tanto bienestar ha dado a la humanidad en multitud de aplicaciones tecnológicas, iba a ser la semilla de la conocida bomba atómica que tantas muertes ha causado.

Muchas veces se demoniza sin razón la aparición de una nueva tecnología intentando sembrar lo que se denomina “pánico moral”. Sin embargo, aunque la tecnología es una de las bases del desarrollo de la humanidad, también es cierto que cuando se dan ciertos factores, la tecnología puede llegar a ser originadora del mal en el mundo. Yo destacaría tres tentaciones que puede tener el individuo y que pueden actuar como desencadenante, estos son: la SOBERBIA, la DILUCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD y la AMBICIÓN.

La soberbia, es el sentimiento de superioridad frente a los demás. El soberbio es aquel que busca sentirse por encima de los otros. Es aquel que se cree un pequeño dios. Pues bien, cuál es la principal limitación del ser humano, la muerte. La no aceptación de esta contingencia, que es que el ser humano tiene un principio y un fin, ha llevado al individuo a través de los siglos a buscar la inmortalidad.

Y a medio camino en la búsqueda de la inmortalidad se encuentra la posibilidad de alargar la vida, la capacidad de estar en este mundo más años que los que dispone la propia naturaleza humana.

Actualmente nuestro mundo está desarrollando tecnología focalizada en alargar la vida de los individuos mediante la utilización de tecnología en el ámbito de la biotecnología y la inteligencia artificial, con la finalidad de conseguir la hibridación de las máquinas con el individuo para hacerlo superior e incluso inmortal. Lo que denominamos transhumanismo.

¿Llegarán a todos los individuos a disponer de estas nuevas tecnologías o este proceso servirá para crear una raza superior que dependa de las posibilidades económicas? ¿Qué retos éticos comporta dicho proceso? La búsqueda de una solución para eliminar la limitación contingente que supone la muerte o el envejecimiento está en marcha y es imparable, falta ver quién podrá acceder a estas nuevas tecnologías.

La dilución de la responsabilidad en el grupo es el dejarse llevar por la mayoría. El uso de ciertas tecnologías sobre todo en el ámbito de la comunicación, la geolocalización, la inteligencia artificial, la realidad virtual, avivado por la obsesión en los influencers, otorga un gran poder para manipular a los individuos. Se crea una sensación de que como todo el mundo va por ese camino, lo que se está haciendo no hay que replanteárselo y es correcto.

En este ámbito, las tecnologías nos arrastran a convertirnos en consumistas y depredadores del planeta. Perdemos la sensación de que somos responsables de forma individualizada sobre los actos que realizamos. Nuestra responsabilidad individual la diluimos dentro de una responsabilidad social comunitaria que parece que es menos gravosa para nosotros. Ahí está el llamado pecado de omisión, o dicho de otra forma la falta de responsabilidad individual que, impulsada por los avances tecnológicos, hace que no tomemos decisiones sobre aspectos fundamentales de nuestra vida. Una falta de decisiones que no afectan sólo a lo que nos pase a nosotros, sino también a nuestros contemporáneos y a las generaciones futuras.

Una tercera tentación del ser humano respecto al uso de la tecnología tiene que ver con la ambición. La ambición nos hace insolidarios, porque supone una barrera a la hora de compartir. La ambición es una de las grandes murallas a la socialización de los avances científicos que pueden servir para mejorar el bienestar de la humanidad, no sólo de una parte de ella.

El desarrollo de nuevas tecnologías puede traer consigo aplicaciones muy beneficiosas para la humanidad. Sin embargo, la ambición asociada a la tecnología puede servir para atizar las ansias de riqueza, poder y fama.

Deberíamos transformar la AMBICIÓN en HUMBICIÓN, término que agrupa dos palabras: HUMILDAD y AMBICIÓN. Humildes para darnos cuenta de nuestras limitaciones personales y ambiciosos para desarrollar la tecnología en beneficio de la humanidad.

David MARTÍNEZ
Economista
España
Septiembre de 2019

Publicaciones relacionadas

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *