¡Qué hermosa es la Tierra!

¡Qué hermosa es la Tierra!

Fotgrafía: Elena Giménez

La Cumbre sobre el Clima que se está celebrando en Madrid durante estos primeros días de diciembre ha renovado la ola cíclica que, de tanto en tanto, sacude la conciencia de la Aldea Global sobre la importancia de cuidar nuestro planeta.

Pero el mensaje de esta Cumbre ya no dulcifica el tono. Los datos realmente son inequívocos, si atendemos a las noticias que llegan desde diferentes ciencias: ecología, climatología, biología, física… Todas ellas convergen en afirmar que el ser humano es causa de un deterioro importante en el equilibrio ecológico, que los gases emitidos a la atmósfera producen un efecto invernadero, y más aún: que estamos acercándonos a un punto de no retorno. Esto quiere decir que la deforestación y el deshielo pueden afectar de manera irreversible la temperatura del mar, esta la destrucción de las barreras coralinas, esta la pérdida de biodiversidad marina, y en una reacción en cadena un desastre ecológico que no sabremos cómo reparar. Los efectos están a la vista, aunque haya personas y gobiernos que nieguen la evidencia.

Y sin embargo… ¡qué hermosa es la Tierra! ¡Qué hermosa! Qué apropiada y tierna para el hombre: luz, compañía, sorpresa diaria, variedad, alimentación, diversión, reto y estímulo, descubrimientos, etc. La Tierra es nuestra casa, el espacio vital que dio lugar (sorpresivamente) a la vida, a su evolución, su diversidad, y a la presencia del único ser dotado de autoconciencia que conocemos hasta ahora: el ser humano.

La investigación aeroespacial de momento no ha encontrado otro planeta tan preparado y acabado para acoger vida, y menos aún vida humana. Los cuerpos celestes más parecidos a la Tierra están muy lejos, y en ellos la vida no está garantizada. No tienen atmósfera ni ambiente apropiado para nosotros: hay tormentas, explosiones, calores tórridos o fríos gélidos, vientos, erosiones, ausencia de vegetación, sequedad.

Qué poco hemos cuidado este planeta. A una obra de arte del hombre —por ejemplo un Velázquez, un edificio histórico—, sí que lo cuidamos. Pero nuestra única y primaria casa en el universo, no la atendemos lo suficiente. Gastamos y malgastamos sus recursos, como si fueran infinitos.

Esta Cumbre nos recuerda que tenemos una estrecha ventana de oportunidad para reconducir la vida colectiva y personal. Podemos presionar a nuestros gobiernos para que asuman esa responsabilidad de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Pero eso significará una corresponsabilidad nuestra. No basta exigir, tenemos que arrimar el hombro y colaborar cada persona, cada grupo y ciudad de este planeta. ¡Todo está conectado! Y lo que hagamos o dejemos de hacer impactará en el resto de la humanidad.

Apoyemos las iniciativas de sostenibilidad energética, de reciclaje, de reducción del consumo. Tomemos conciencia de que cambiar de vida a un modo más concorde con la realidad del siglo XXI nos implicará a todos la única posibilidad para recuperar el equilibrio ecológico perdido.

Diciembre 2019

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