Organizaciones felices

Organizaciones felices

Fotografía de Varun Kulkarni en Pixabay

Pocas personas consideran que su trabajo haya sido una plataforma de crecimiento personal y profesional desarrollado en un entorno de felicidad. Conseguir ser feliz en el entorno laboral es cada vez más difícil. La fuerte competitividad, las bajas remuneraciones, la dificultad de conciliación de la vida familiar, el poco reconocimiento y la falta de atención a las preocupaciones y sentimientos de las personas, son algunos de los aspectos que dificultan poder experimentar esta sensación de felicidad.

En realidad, una gran parte de nuestra infelicidad se produce cuando nos damos cuenta de que las expectativas que nos habían, o nos habíamos generado, no se cumplen. Estamos viviendo en el mejor momento de prosperidad y bienestar material de la humanidad, pero extrañamente no ocurre lo mismo con la felicidad, ya sea porque buscamos lo que no tenemos o porque tenemos miedo a perder lo que sí tenemos.

Esta paradoja es motivo de preocupación y, por este motivo, las empresas, instituciones o grupos humanos, se están esforzando en buscar nuevas formas que permitan crear organizaciones que promuevan la felicidad de sus empleados.

Como nos explica Maslow en su teoría sobre la jerarquía de las necesidades, no es suficiente que una persona tenga cubierta sus necesidades básicas; si estas ya están cubiertas, es necesario seguir avanzando para alcanzar niveles de satisfacción superiores. En este sentido, las organizaciones deben crear ecosistemas relacionales que faciliten entornos de relaciones positivas suficientemente consolidadas que permitan neutralizar cualquier amenaza de toxicidad o negatividad. Para ello es necesario tener en cuenta diferentes aspectos.

Una organización feliz no lo es por sus declaraciones, sino por sus acciones. Y la primera acción que realiza una organización con un futuro empleado es el proceso de selección. Para una organización que persigue la felicidad, reclutar no es únicamente conseguir captar personas buenas, sino buenas personas. Las personas son la tierra de cultivo sobre la que construir la felicidad.

Un aspecto clave para consolidar la felicidad es conseguir un entorno de bienestar emocional. Para ello es fundamental potenciar el sentido de pertenencia. Saber gestionar las emociones, disfrutar del celebrar juntos, querer saber del otro, bien hablar de los demás, tener las antenas puestas a las necesidades de los demás y generar entornos de confianza que faciliten la percepción de comunidad y bienestar.

Las personas responsables de personas tienen un importante papel a desarrollar en este proceso, ya que pueden ser facilitadores, o ser un auténtico obstáculo. Como un buen amigo me dijo, la mayoría de las veces las personas no se van de la empresa, se van de los jefes. Saber dar el reconocimiento adecuado, transmitir correctamente el sentido que tiene el trabajo que realiza y su papel en la cadena de valor de la empresa, son aspectos constructores de felicidad.

Se dice que los empleados felices son más productivos, sin embargo, no es fácil encontrar ratios que realmente validen dicha afirmación. Podríamos decir que es difícil comprobar si la inversión que se realiza en felicidad se acaba transformando en una mayor productividad, lo que sí está demostrado es que una organización feliz es más resiliente, dispone de una mayor capacidad de adaptación y facilita la creatividad y la innovación.

Por otra parte, es fácil encontrar directivos que no valoran el beneficio que puede aportar la felicidad en el ámbito laboral, argumentando que supone un elevado coste gestionar y mantener el nivel de bienestar de las personas. La respuesta es contundente, si se considera caro conseguir el bienestar de las organizaciones, probemos con el malestar y sabremos entonces si realmente es costoso.

Parece que es más fácil encontrar entornos de trabajo felices en empresas emergentes. Es evidente pues la ilusión, la juventud y el reto que supone poner en marcha un nuevo negocio son en sí mismos suficientemente motivadores. Sin embargo, cuando nos encontramos frente a compañías que tiene una cierta trayectoria, la euforia inicial se apaga y es cuando es necesario buscar aspectos más elaborados como el bienestar y la felicidad. Pero para ello es necesario hacer que las cosas ocurran, la felicidad no surge por sí sola, en cambio la toxicidad y el malestar sí.

Para conseguir organizaciones felices, es indispensable que exista un liderazgo comprometido con esta visión, pero sobre todo debe nombrarse a una persona responsable de velar por la felicidad de la organización. Esta persona es el Director o la Directora de Felicidad o lo que en inglés se llama Chief Happiness Officer.

Este perfil profesional, debe ser una persona que disponga de una visión global del ecosistema relacional de la organización, un alto nivel de sensibilidad para gestionar las emociones de las personas, atenta a la evolución del clima laboral y a las interacciones personales que se producen y disponga además de un gran sentido común para intervenir en situaciones de conflicto e implementar las medidas de apoyo necesarias.

Hay personas que ya nacen con el gen de la felicidad y que son capaces de hacer felices a las demás, solo es necesario encontrarlas y ellas ayudarán a elevar el nivel de felicidad de la organización. No es necesario disponer de títulos universitarios para ser un generador de felicidad. Son personas con un don especial, empáticas, saben captar las necesidades de los que están a su alrededor, tienen una capacidad de escucha permanente, gran facilidad para trabajar en equipo y son personas especialmente positivas.

La felicidad en las organizaciones va íntimamente ligada a lo que esta transmite y comunica, a sus intereses, valores y propuestas. A veces pensamos que solo pueden ser organizaciones felices aquellas que realizan una acción social o disponen de un alto propósito social y humano. Pero la clave de la felicidad en el ámbito laboral no depende del propósito de la empresa u organización, sino en la capacidad que esta tenga para cuidar del bienestar de las personas que en ella trabajan. Crear empresas más humanas, no es una cuestión abstracta o filosófica, humanizar la empresa es pasar a la acción, dedicando recursos y reconociendo el importante papel que realizan las personas que cultivan la felicidad.

David MARTÍNEZ
Economista
Barcelona (España)
Diciembre de 2020

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