En Chile, el próximo 11 de abril de 2021 se elegirá la Convención Constituyente que durante nueve meses trabajará en la propuesta de una nueva carta magna. La decisión de dar este paso se realizó previa votación, donde el 78,27% de los sufragistas aprobaron que la forma de realizar esta constitución fuera a través de una Convención compuesta íntegramente por 155 personas de la sociedad civil y de las cuales la mitad deberán ser mujeres.
El contexto en el que se ha producido este proceso ha sido un levantamiento de la sociedad civil después de un “estallido” social en forma revolucionaria, el 18 de octubre de 2019, respondiendo a la subida de las tarifas del metro en 30 pesos chilenos (0.04 euros). Las consignas del levantamiento eran variadas, pero guardaban relación con el abuso perseverante, por décadas, de un sistema económico que -muy en síntesis- produce mucho endeudamiento y escasos beneficios sociales, uno de ellos, paupérrimas jubilaciones.
Breve historia a vuela pluma
Verdad o no, la imagen de un Chile próspero en las últimas décadas ha sido innegable. Repito, verdad o no. Los índices macro económicos habían mostrado un país en crecimiento y abundancia. Algunas cifras, organismos e inversores hablaban de modelo económico, también de modelo de pensiones para la jubilación. En la cotidiana convivencia nuevos profesionales tuvieron acceso a un estilo de vida de ostentación: viajes, compra de autos y propiedades inmobiliarias, extraordinaria oferta gourmet en comida, productos de marcas costosas y exóticas se pusieron de moda. Ello en desmedro y a vista y paciencia de una mayoría silenciosa, empobrecida, endeudada, pagando impuestos y viendo pasar frente a sus narices a nuevos ricos, titulados en universidades a medida del éxito. Suena resentido y eso es. Resentimiento acumulado desde la colonia, porque es una historia que se ha repetido una y otra vez, construyendo edificios palaciegos con las ruinas de los ancestros, sin pedir permiso, ni agradecer a los antepasados, desconocerlos, desentenderse, con vergüenza incluso de ellos.
En la primera mitad del siglo XX, Chile vivió un proceso de democratización importante con logros como la reforma agraria, educativa, la creación de la Corporación del Fomento (CORFO), entre otros, y la chilenización y nacionalización del cobre, uno de los pilares económicos hasta la actualidad. En la segunda mitad del mismo siglo, los movimientos políticos mundiales dejaron muy mal parado a Chile, primero con el modelo de la vía democrática al socialismo y después con la lapidaria dictadura militar y el modelo neoliberal en pureza académica directa al estado, liderado por los denominados “Chicago Boys”.
La revolución será feminista o no será
Durante el 2018 el movimiento feminista se tomó las calles desde las universidades y mujeres de todas las edades se levantaron en protesta contra del abuso encubierto en forma de promociones y favores a cambio de sexo. Expresión artístico intelectual de este movimiento fueron las mundialmente coreadas y aplaudidas “Tesis”. “El violador eres tú” logró destapar heridas ancestrales en los cinco continentes y empezar a cambiar el relato. La necesidad de elegir un 50% de mujeres para la Convención Constituyente es oportunidad decisiva para una propuesta distinta de la política, para el diseño de un nuevo Chile, ojalá más cercano a sus raíces, a la trascendencia, a la tierra, el agua y la ley de la naturaleza, como dice William Ospina.
Elisabet JUANOLA SORIA
Periodista
Santiago de Chile, Chile
Enero de 2021