Ya estamos en el 2021. Este cambio de cifra, además de las festividades de Navidad —y, para algunos, los premios de la lotería— generan un anhelo de algo nuevo y una nostalgia de tiempos mejores, tras un 2020 que ha trastocado todos nuestros planes. ¿Es realista felicitar a los demás en este año? ¿Podemos decir con convicción a alguien, que le deseamos un «próspero año 2021»?
No sé si próspero, pero sí feliz. En primer lugar, porque esa persona está viva y yo también. Si algo nos ha enseñado este 2020 es que cada día vivido es un milagro, y debemos aprovecharlo y agradecerlo con sencillez y alegría.
Por otra parte, porque no está escrito lo que sucederá este año. No todos son acontecimientos externos, situaciones que nos vienen dadas, decisiones de políticos o poderosos, la fuerza desatada de la naturaleza. Nuestra vivencia del año depende en parte, de las decisiones que tomemos de manera individual, y también de modo colectivo.
Todos sabemos que la libertad humana no es total y absoluta: hay muchísimas e importantes circunstancias que no elegimos y que nos afectan radicalmente. La primera de ellas, existir. No elegimos ser: fuimos concebidos y «arrojados» al mundo, como decían los existencialistas. Tampoco escogimos el lugar, ni la fecha, ni los padres, ni las circunstancias históricas… Simplemente nacemos. Pero ante esos hechos consumados, sí que tenemos un margen, y a veces un amplio margen, para decidir cómo asumirlas, con qué valores transformarlas, qué reacciones tener ante lo bueno y malo que nos pasa. Siguiendo con ese primer ejemplo, nuestra actitud ante el hecho de existir es nuestra responsabilidad: alegrarnos o rechazarlo, cultivarlo como una semilla o ignorarlo y seguir caminando desencantados. Eso marca nuestra existencia.
Así que, habiendo ese margen de libertad, podemos desear a los demás que su clave de lectura hacia lo que les suceda, les ayude a capear las tormentas con espíritu esperanzado. Todos podemos ver las semillas de bien y de futuro que hay en los acontecimientos que, tantas veces, no podemos evitar. Aunque no podamos dominar el devenir de las decisiones de otros, sí que somos dueños de nuestras actitudes, de nuestro enfoque para afrontar las adversidades y, sobre todo, de nuestras acciones.
Este 2021 trae la promesa de una vacuna que puede inmunizarnos contra el tremendo coronavirus. Pero no nos exime de cuidarnos y cuidar a otros responsablemente. Los estudiosos dicen que en el segundo semestre empezará la recuperación económica: empecemos nosotros este semestre compartiendo en todo lo posible con los que han quedado al margen del ciclo económico. Las acciones provienen de nuestras decisiones interiores y de nuestros pensamientos. Veamos la vida con realista esperanza —no con vanas ilusiones—, y trabajemos juntos para hacer de este 2021 un año más solidario, más alegre, más festivo, que merezca la pena ser vivido. Eso sí está en nuestras manos.
¡Feliz 2021!
Enero de 2021