Entrevista a Javier García Aranda, muralista
Recientemente tuvimos la oportunidad de conversar con Javi García, él es ilustrador, dibujante social, profesor y muralista. Javi está afincado desde hace algunos años con su familia en Ripollet, ciudad muy cercana a Barcelona.
Para él, dibujar es la manera en que aprende sobre el mundo que le rodea. “Cada nuevo proyecto en el que trabajo me ofrece nuevas formas de explorar, experimentar y ver, a través de las ideas, las técnicas y las imágenes”.
– ¿Desde pequeño?
– Sí, he dibujado siempre, desde pequeño, a temprana edad haciendo estudios extra-escolares y muy vinculado al mundo del cómic. Más formalmente, cuando terminé la carrera de psicología, empecé a estudiar Bellas Artes en el 2003 y me incliné por el mundo de la pintura y la ilustración. Después tuve la oportunidad de formar parte de algún colectivo y apareció una que otra exposición en común.
En paralelo, trabajaba mucho en el terreno de la programación web para sobrevivir. Hasta que en el 2015 tomé la decisión de dedicarme más de lleno a la ilustración y a las artes plásticas, sobre todo aplicando el dibujo al mundo editorial. Esta decisión fue acompañada de ir realizando cursos temáticos que complementaran mis áreas de interés en este oficio. Esta etapa coincide con mi traslado de residencia a Ripollet con mi familia.
Actualmente trabajo casi de lleno como ilustrador en el mundo editorial, desarrollando encargos y proyectos para libros, revistas, textos infantiles, productos corporativos. También para ayuntamientos y entidades haciendo infografía donde se ocupe el dibujo. Recientemente he colaborado con revistas como Petit Sàpiens o el libro Petit Ripollet.
– Pero, no es lo mismo plasmar en papel la vida de un pueblo que plasmarla en el muro…
– Me llegó por casualidad el primer encargo mural. Durante varios años me dediqué a dibujar mucho por la calle, fue un reclamo interesante para que me empezaran a conocer en el pueblo como un dibujante que iba recogiendo sucesos sociales. Por ejemplo, se me veía en una manifestación dibujándola, ahí en directo y con alegría y desparpajo, hablando con la gente de lo que plasmaba, como un cronista gráfico, tipo reportero.
Dentro de este espacio social, también estuve dando clases de cómo dibujar cuadernos por la calle. Así fue como me salió el primer encargo mural para explicar en el pueblo un tema relacionado con un mercado. Querían algo que se viera muy grande, una pintura de tipo social que afectara el itinerario de las personas.
Yo les comenté que no había hecho algo tan grande, pero no les importó porque tenían ganas de que lo hiciera yo y diseñar un plan conjunto. La primera idea no prosperó porque el muro que se quería intervenir no funcionaba y acabamos haciéndolo en otro emplazamiento con otro tema. De esta manera se dieron dos de las cosas que más me interpelan: trabajar en un gran formato como es la pintura mural y el hecho de posicionarme ante una temática social.
– ¿Cómo te recibió el muro?
– En el primer mural sufrí mucho. Sucede que soy temerario y me tiro a la piscina cuando me proponen algo, pero fue duro el primer contacto con la pared. Y es que, hay que tener muy en cuenta cómo está la superficie con la cual vas a trabajar, el estado de su preparación. Hay un gran paso del papel o la pantalla, donde todo está preparado cuando abres un documento nuevo en el ordenador, a la realidad física del muro. Literalmente me di contra la pared: hay que tener en cuenta aspectos básicos como de qué está hecho el muro con el que vas a trabajar. Por ejemplo, en el primero mural que intervine, tuve mucha dificultad al momento de aplicar la pintura, los pinceles no corrían bien por la superficie y una cantidad de obstáculos a ir superando. Para los siguientes murales me aseguré de que la pared estuviera en buen estado, preparada para la aplicación de la pintura. Investigué todo lo que pude sobre la durabilidad de los materiales, me basé en la experiencia de otros compañeros y compañeras sobre el bocetaje, las escalas, la técnica en general.
He aprendido mucho a preparar el entorno de trabajo y dejarlo lo más agradable posible. En el ordenador el entorno ya está preparado, pero en el mural no. En el proceso se aprende mucho. Incluso de cómo se accede a la pared. Recuerdo que en el primero tenía que llegar a una altura como de ocho metros con unas dificultades tales que tenía que acceder con grúa y esto me retrasó también en los tiempos que tenía proyectados.
También comprendí mucho sobre las implicaciones físicas, el trabajo a la intemperie. Moverme desde unas dinámicas corporales que desconocía. En fin, una exigencia muy interesante que me hizo estar conectado con lo que estaba haciendo. Cuidar de no caerme, que no se me cayera la pintura, estar atento a cada parte del proceso. En el mural es difícil, por lo cual hay que preparar mucho, planificar, calcular los pasos a la hora de pintarlo para no dejarme nada.
Cada proceso de creación mural es el que es: puede ser muy alto, muy bajo, la climatología con la que te toca pintar…
– ¿Y dónde aparece la parte creativa?
– He tenido la suerte de que en los encargos que me han hecho, me han dado manga ancha en la parte creativa. Me presentaban el tema y yo podía plasmar la mirada que yo tenía al respecto. Te cuento que el primero consistía en un despliegue histórico del edificio antiguo del ayuntamiento de Ripollet. Aquí mi trabajo consistió en plasmar las imágenes a partir de la historia, cómo disponer los personajes, cómo relacionarlos entre sí.
En el segundo se me pedía representar la obra del pintor Josep Franch Clapers en la casa donde se exhibe su obra, en Castellterçol, para visibilizar este espacio expositivo. Así que inventé una manera de plasmarlo, una paleta de colores y un juego del adentro y el afuera que invitaba a entrar.
En el último que he hecho, se recoge la petición popular de enterrar las vías del tren de Montcada y Reixach: se trataba de traducir en mural este sentir de la gente. Lo que hice fue retratar cómo los personajes cosían las vías del tren, de manera que el pueblo, divido por esas vías, quedaba de nuevo unido o recosido.
La parte que de manera consciente intento dejar de mí en el mural es la disposición de la escena, por así decirlo: cómo coloco los personajes, qué relaciones genero entre ellos, el encuadre que doy a la composición… Seguramente de manera inconsciente quedan muchas más cosas impresas en los muros.
– Como creador de obra en espacio público, ¿hay una responsabilidad social para el muralista?
– Cuando me han hecho un encargo, hasta ahora he tenido la suerte de poderme identificar con la encomienda y hacerla mía, pero ha sido después que me he dado cuenta del verdadero impacto social. Sobre todo cuando los iba pintando, ya que la gente que va pasando interactúa conmigo. La responsabilidad social la he sentido más a la hora de aceptar en el encargo, sin embargo, a la hora de plasmarlo es cuando notas su impacto.
También queda evidenciado cómo la gente tiene sentimientos encontrados en una obra de esta naturaleza y te sientes muy evaluado porque la gente dice: esto está muy bien o esto no. A la gente le inquieta los temas históricos, en el buen sentido, le estimula a pensar. En los dos primeros murales, que son de temática histórica, he visto cómo generan diálogo entre las personas. Por ejemplo, en el primero aparecían sindicalistas, anarquistas y personas concretas de la historia del pueblo. A la gente le provocaban sensaciones diversas y esto abría un diálogo y suscitaba memoria. Aquí siento que ya cumple una función social el mural: la gente se encuentra con él, sí o sí, no es como un periódico que tú eliges para leer.
Igualmente, el mismo proceso de elaboración también interpela, ya que la gente va viendo cómo el mural va mutando con los días, cómo de unas rayas y manchas va emergiendo el tema.
En uno de los murales pasaba la escuela salón por salón y los niños y las niñas me preguntaban cosas. Les impresionaba cómo pasas de un dibujo pequeño a la escala de una pared grande. Iban viendo cómo iba bocetando, después aparecían manchas de colores, hasta que de pronto va apareciendo la figura. El proceso es muy bonito, así como interesantes los problemas a los que te enfrentas. Tan distinto a dibujar en casa donde todo está de alguna forma controlado.
Para la fiesta de Sant Jordi pintaremos en un colegio donde los peques participarán pensando qué plasmar y ayudarán a pintar creando un mural colectivo
– Y, ¿eso de tener un estilo mural?
– Estoy lejos de tener un estilo mural, he pintado tres seguidos y me ha dado una cierta experiencia. Pero lo que más me interesa es que he podido trasladar mi idea de la ilustración a un formato grande. He aprendido mucho investigando y viendo cómo trabajan otras personas en este terreno.
A nivel de estilo, he aplicado mi manera de ilustrar a otro soporte y técnica nuevo para mí. Ahora mismo, me sería más interesante ir evolucionando y ensayar, explorar. Me gusta mucho el pintar con pincel y rodillo, cuidando las proporciones, la medida. Siento que hasta ahora voy guiado muy desde la intuición, mirando igualmente muralistas como los mexicanos del siglo XX o gente joven que están realizando cosas maravillosas. Con estos últimos me une un denominador común que somos ilustradoras e ilustradores que hemos hecho el salto al muro. Me gusta cómo trabajan el color y el concepto.
Personalmente apuesto por el trabajo del concepto, la narrativa, la poética del mural. Desde un encuadre determinado de los personajes y las relaciones que se dan entre ellos.
Más de Javi García en internet
Agradezco a Javi García su tiempo para esta entrevista. De fondo se escuchaban los sonidos del hogar y se podía intuir el taller con pinceles, rodillos, lápices y cuadernos de bocetos perfectamente ordenados, como es él.
Seguramente os han quedado ganas de conocer más sobre la obra de Javi. No sólo pinta murales, ilustra libros infantiles y muchas cosas más. Les recomiendo un paseo por su página web: www.javigaar.com
Ámbito de Arte
Universitas Albertiana
Barcelona, España
Abril de 2021