En esta situación que vivimos, desde hace más de un año, nos sorprenden las noticias a diario: recuento de infectados, hospitalizados, fallecidos y curados, bueno estos últimos muchas veces no los conocemos, con tanta cifra ha habido momentos en que parecía que ninguna de esas personas tenían nombre, cara, familia, … simplemente era alguien que hemos contabilizado por tener covid.
No podemos olvidar que en esta situación cada número corresponde a una persona, con una historia propia y con otras personas que le quieren y a quienes les importa lo que le sucede, cómo está y qué siente.
Durante estos largos meses hemos oído hablar de la vacuna casi desde el inicio, mientras sólo era una investigación, o varias, no oímos demasiadas quejas, pero en cuanto supimos que ya había una, luego otra, una tercera… entonces todos nos atrevimos a opinar, claro, ¡cómo no!
De todo ello, sin entrar en debates específicos, hay algo que me ha llamado la atención y por eso lo expongo en este artículo que comparto en la sección de solidaridad.
Sabemos que esta vacuna ha salido muy pronto para lo que necesita de investigación y pruebas empíricas pero la situación lo requería, el virus nos ha sorprendido a todos y nos ha hecho igual de vulnerables ante él, algo a lo que no estamos acostumbrados.
Desde que tenemos la posibilidad de vacunarnos hemos oído voces que disentían de hacerlo, hasta ahí todo puede ser lógico, mi duda viene cuando las vacunas no son accesibles para toda la humanidad por igual, es decir, cuando una oye que no llegarán, como siempre a países en según que zonas del mundo, o según su nivel de desarrollo, … entonces me surge la primera sorpresa: realmente no hemos aprendido nada de este virus que nos ataca a todos por igual, vivamos donde vivamos y tengamos la posición social que tengamos.
Pero además de esta situación se da otra que me preocupa aún más, se supone que se necesita un porcentaje de vacunados para poder contar con efectividad frente al virus y, además, los primeros vacunados después de las personas más vulnerables son las personas con profesiones consideradas esenciales de cuidado.
Y ahí es donde mayor incertidumbre siento, muchas personas que se dedican a cuidar, educar, acompañar, … han decidido no vacunarse y esa decisión lícita, e incluso perfectamente comprensible a nivel individual, puede no serlo tanto si pensamos en global, porque dificulta la eficacia en la lucha contra el virus a nivel global. Además, si tenemos en cuenta que hablamos de profesionales que atienden directamente a personas que les necesitan por enfermedad, necesidades sociales, educación, … si los no vacunados enferman las personas que les necesitan también quedan desatendidas, y en un momento tan incierto, con tantas dificultades para todos, debemos garantizar ese cuidado como sociedad, pero también como profesionales individuales.
Simplemente expongo mis dudas porque siento que la corresponsabilidad que tenemos en estos momentos cada persona es muy grande y debemos tomar las decisiones, más que nunca, pensando en el bien común o, al menos, para evitar males mayores en nuestro entorno.
Esther BORREGO LINARES
Trabajadora social
España
Abril de 2021