El lamento de una doctora

El lamento de una doctora

Tras 16 meses de entrega absoluta al cuidado de personas enfermas -agobiados por una pandemia letal y como parte de un sistema sanitario colapsado-, al cuidado de una atención humana avasallada, al cuidado de una vocación cada vez más aplastada, al cuidado de una profesional cada vez más agotada, al cuidado de una persona cada vez más saturada, al cuidado de lo imposible… estoy perdida…

Seis años de carrera dura, un examen MIR, 4 años de especialidad, otra oposición… estoy perdida…

Esa ilusión de ayudar a los demás, de cambiar el mundo, de cuidar, se apaga… estoy perdida…

Los políticos quieren contentar al usuario, yo quiero cuidar a los pacientes correctamente. Los usuarios quieren todo aquí y ahora, decidir ellos, y yo quiero poder decidir lo mejor para ellos. Gastamos en contentar y no gastamos en prevenir, educar, cuidar, paliar… estoy perdida.

Quiero tiempo para escuchar, explorar, mirar, tratar. Quiero respeto, reconocimiento, admiración. Quiero desmedicalizar, desburocratizar, evitar iatrogenia, deshacer exigencias. Quiero conocer a tu familia, tu entorno, tu domicilio, quiero cuidar tu colesterol para prevenir enfermedad y estar al pie de tu cama para ayudar a paliar tus dolores y que puedas morir dignamente… Eso quiero.

Quiero una atención humana, familiar y comunitaria.

Quiero que mi médico de familia pueda darme esa atención humana, familiar y comunitaria que me han enseñado y con la que he soñado… Eso quiero.

No quiero hospital-centrismo, ni médicos distintos cada día, ni que pregunten otra vez el nombre, ni que no me den la mano, ni que me traten por aparatos, ni profesionales cansados, ni que no me miren el alma… Eso no quiero.

Mientras sueño cada vez menos, me pierdo en esta pesadilla que anula cada vez más mi ilusión, mi vocación y mis fuerzas para salir de este laberinto de hartazgo y agotamiento.

Confío en que las personas que día a día vivís los cuidados de vuestros médicos de familia y observáis nuestros ojos agotados, salgáis a la calle para pedir que nos cuiden y podamos volver a esa vocación incansable que aumenta la esperanza de vida y la humanidad de la atención sanitaria.

Inmaculada SÁNCHEZ VÁZQUEZ
Médico de personas
Alcorcón, Madrid
Julio 2021

Publicaciones relacionadas

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *