La vida desde un escenario

La vida desde un escenario

Hace unos días tuve el privilegio, por esas coincidencias de la vida, de asistir a dos conciertos espectaculares, uno ya sabíamos que sería así porque era al que nos habían invitado en uno de esos regalos que se nos da al posibilitarnos coincidir con personas de gran calidad humana y con las que, de repente, se establece un vínculo que permite compartir más allá de lo necesario.

La causalidad quiso que estuviésemos antes de lo previsto en el lugar lo que nos permitió asistir a los dos eventos que me dan la oportunidad de esta reflexión entorno a la importancia de cada acto.

Fotografía: Isolda Puigvi

El primer grupo que actuó es una banda de jazz que era la primera vez que actuaba en el país, en la que todos sus componentes eran virtuosos en su instrumento como era de esperar, y así quedó confirmado desde el inicio de la actuación y juntos nos permitieron disfrutar del momento, dejar de pensar en nada más que en dejarnos llevar por lo que allí se estaban creando, porque sí fue un tiempo de creación de gran calidad que nos permitió comprobar que trabajar juntos, buscando crear algo que está más allá de cada uno, mirar hacia fuera de manera conjunta nos permite magnificar el resultado de formas impensables.

Y, de repente, salió al escenario la estrella de la noche, ella con la excepcional banda que la acompaña o, mejor dicho, el grupo que iba a deleitarnos aún más con su gran trabajo artístico y a la vez con la calidad de relación que mostraron en todo momento desde el escenario, en gestos, miradas, … complicidades, … haciendo que nos sintiéramos parte de algo único y motivador, hubo un momento en que la cantante nos animó a entonar una canción con ellos, de manera excepcional animándonos a hacerlo desde el corazón, con amor, … dijo “afinar esta sobrevalorado” lo importante es cantar con amor, con mucho amor, … de manera que podamos hacer el mundo un poco mejor, al menos en este rato.

He de decir que esa noche, como tantas otras en tantos lugares, el mundo fue un poco mejor para los presentes, pero también para todas aquellas personas que indirectamente compartieron después un rato, una mirada, una comida, una cena, una conversación … con alguien que ha vivido ese momento u otro similar, donde lo que ha primado ha sido dejar de pensar en mí para construir algo de manera conjunta en bien común.

Otra frase que podía haber pasado desapercibida pero no debería ser así es el hecho de que nos dijera, en varias ocasiones, la suerte de poder trabajar mucho y duro en algo como la música, la pasión de cada una de esas personas y hacerlo ofreciendo el fruto a otras para que lo disfruten y, como el deseo de ella era que todas pudiésemos disfrutar y vivir igual nuestros trabajos, buscando aquello que lo hace tan necesario y tan apasionante, ¡gran y generoso deseo!

Sorprende pensar que tendrá que ver esto con la solidaridad, pero siento que mucho, porque gran parte del mundo que vivimos y de las carencias que percibimos en él y hacen que gran parte de la humanidad, de nuestra sociedad, vecinos nuestros, … familiares, … sufran por diversas causas, muchas de las cuales podríamos mejorar, si cada una de nosotras fuésemos tan generosas como lo fueron aquella noche de julio aquellas seis personas en aquel escenario dándonos lo mejor de sí durante un rato que vivimos como un regalo y nos gustaría mantener y recordar.

Simplemente agradecer que la vida haya puesto en mi caminar personas de esa calidad humana y musical, posibilitando apreciar el arte como elemento de transformación social profunda.

Esther BORREGO LINARES
Trabajadora social
Barcelona, España
Julio de 2022

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