La desigualdad es una bomba de relojería que debemos desactivar

La desigualdad es una bomba de relojería que debemos desactivar

Con esta frase tan provocativa Muhamad Yunus (economista premio Nobel de la Paz en 2006) hace converger las miradas hacia un grave problema de nuestro mundo. Una mirada desapasionada sobre los recursos (limitados) de los que dispone la humanidad y de qué forma deben distribuirse, nos obliga a ver la desigualdad económica como una cuestión a tratar con atención. Amartya K Sen (premio Nobel de ciencias económicas en 1998), dice que está claro que una sensación de carencia de equidad es un denominador común en los procesos de rebelión de las sociedades. La desigualdad es generadora de injusticia y al mismo tiempo la injusticia genera más desigualdad; es un ciclo perverso que se retro alimenta.

El Estado de la Cuestión

«Desigualdad en los salarios, se da a distintos niveles.»

Una primera aproximación invitaría a verificar si efectivamente en el mundo hay desigualdad, algunos datos del resumen ejecutivo del Informe sobre la Desigualdad Global (Datos los World Inequality Lab), nos convocan a reflexionar:

– Una persona adulta (media mundial) en 2021 ganó 16.700 € anuales y tenía una riqueza total valorada en 72.900 €, desagregando un poco: mientras que el 10% de la población más rica ganó 87.200 €, la mitad más pobre de la población mundial ganó sólo 2.800 € anuales (233€ mensuales).

– En el mismo año, el 50% de la población más pobre capturó el 8% de los ingresos totales y el 10% más rico capturó el 52%. Y en cuanto a riqueza: el 50% más pobre tiene el 2% de la riqueza mientras el 10% más rico tiene un 76%.

– Según la ONU, el 82% de la riqueza mundial del año 2018 fue a parar al 1% de la población más rica.

¿Qué hacer?

Ante esta evidencia, la ONU, en 2015 estableció 17 objetivos mundiales, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y un plan a 15 años (Agenda 2030) para conseguirlos. Entre estos objetivos, el décimo es el de Reducción de las Desigualdades. Año tras año, desde 2015 el organismo mundial va realizando un seguimiento para ver cómo están yendo las diferentes políticas de implementación.

Un diagnóstico

Médicamente, un correcto diagnóstico es el primer paso para la curación. En el terreno económico-social, éste es un tema de enorme dificultad, y aunque los expertos no se acaban de poner de acuerdo, existe un cierto consenso en que causas importantes de la desigualdad económica son:

– Desigualdad de oportunidades debido a carencia formativa (desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, pasado por la formación profesional o los métodos formativos a distancia)

– La globalización que genera deslocalización (aunque existe cierta controversia, sobre todo dependiendo de si se observa la desigualdad dentro del país o a nivel mundial) ya que genera mejora de ingresos en unos países (los menos desarrollados), pero incrementa la desigualdad dentro de los países más desarrollados.

– Dificultad de realizar políticas a nivel supranacional.

– La evolución de la tecnología. Las nuevas tecnologías, con unos requerimientos de conocimientos o destrezas altamente especializados, dificultan a mucha población el acceso a las fuentes de ingresos mediante el trabajo. Sin embargo, la robótica, en general, lleva a que se pierdan un tipo de puestos de trabajo poco cualificados.

– Ha habido en las últimas décadas una transferencia de riqueza pública a riqueza privada. Algunas políticas de subvenciones muy generalizadas han mermado los recursos públicos, dificultando las capacidades de intervenciones estatales futuras. Este tema añadido a la mala gestión pública (cuando se da), y a la tentación de la gestión de los recursos públicos con fines electorales que tienen los gobernantes de los países en los que hay elecciones, es otra fuente de desigualdad.

– La gestión fiscal, con algunos rasgos específicos, como pueden ser la competencia fiscal entre territorios (nacionales o supranacionales), el fraude fiscal, la progresividad impositiva o el impuesto sobre sucesiones o sobre la riqueza

– Desigualdad en los salarios, que se da a distintos niveles. Dentro de las compañías, entre los distintos rangos laborales (donde los rangos con mayor poder se apropian de una masa salarial en ocasiones excesivamente desproporcionada). Entre sectores, algunos de ellos muy precarizados, con gran problemática de trabajo temporal. Y también desigualdad entre géneros. A nivel mundial, la igualdad de género debería significar que los ingresos de las mujeres fueran un 50% del ingreso total, y en estos momentos representan un 34,7% del mismo, y lo que es peor, se da un cierto estancamiento en la reducción de ésta brecha.

Políticas a desarrollar

«La desigualdad es generadora de injusticia y al mismo tiempo
la injusticia genera más desigualdad.»

La desigualdad, tanto dentro de países como entre ellos, es un fenómeno complejo. Refleja fuerzas sociales, económicas y tecnológicas que, en algunos casos, están fuera del control de un país. Sin embargo, pueden implementarse políticas para reducirla: en los países, a través de políticas sobre tributación y redistribución, y entre los países, mediante políticas sobre comercio y tarifas, migración y remesas, y ayudas internacionales.

Dos elementos serán claves en el desarrollo de estas políticas. Uno primero que haya indicadores de medición. Y un segundo la existencia de foros, tanto nacionales como internacionales donde se trabaje y dialogue para encontrar y aplicar medidas con el máximo de eficiencia y consenso. La ONU, con la agenda 2030 de ODS, es un foro especialmente relevante al respecto.

Metas de la Reducción de Desigualdades (objetivo 10 de los ODS)

10.1 Desde ahora hasta el año 2030, conseguir progresivamente mantener el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población a una tasa superior a la media nacional

10.2 Desde ahora hasta el año 2030, potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra condición

10.3 Garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad de resultados, incluso eliminando las leyes, políticas y prácticas discriminatorias y promoviendo legislaciones, políticas y medidas adecuadas al respecto

10.4 Adoptar políticas, especialmente fiscales, salariales y de protección social, y conseguir progresivamente una mayor igualdad

10.5 Mejorar la reglamentación y vigilancia de las instituciones y los mercados financieros mundiales y fortalecer la aplicación de estos reglamentos

10.6 Asegurar una mayor representación e intervención de los países en desarrollo en las decisiones adoptadas por las instituciones económicas y financieras internacionales para aumentar la eficacia, fiabilidad, rendición de cuentas y legitimidad de estas instituciones

10.7 Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas

10.a Aplicar el principio del trato especial y diferenciado para los países en desarrollo, en particular los países menos avanzados, de conformidad con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio

10.b Fomentar la asistencia oficial para el desarrollo y las corrientes financieras, incluida la inversión extranjera directa, para los Estados con más necesidades, en particular los países menos avanzados, los países africanos, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países en desarrollo sin litoral, de acuerdo con sus planes y programas nacionales

10.c De aquí a 2030, reducir a menos del 3% los costes de transacción de las remesas de los migrantes y eliminar los corredores de remesas con un coste superior al 5%

Buscar razones por la esperanza

«La juventud más comprometida puede encontrar soluciones
en minutos a problemas que la gente de mayor edad
ya ha considerado irresolubles.»

El último informe de seguimiento de los ODS de la ONU (datos 2021), es demoledor. La pandemia de COVID-19 y sus consecuencias derivadas sanitarias y alimentarias junto a los conflictos bélicos y todo ello en un contexto de emergencia climática, nos sitúan en un punto más desfavorable que en 2017 cuando se acabó pactando la agenda 2030.

Sin embargo, invito a intentar mantener una mirada optimista sobre la realidad, ¡a veces todo un reto! Algunos puntos a considerar positivamente que propongo:

  1. A pesar de los malos datos de los últimos años, la humanidad ha avanzado considerablemente desde la revolución francesa, por algunos considerada como un primer gran planteamiento político de igualdad universal.
  2. Aunque los datos fruto de la pandemia a nivel mundial son un desastre, podemos valorar que la mayoría de los países se plantean como un tema prioritario la educación.
  3. Se ha avanzado mucho a nivel internacional en sensibilización en relación a la lacra de la desigualdad.
  4. Con todas las dificultades, que la desigualdad sea tratada como un problema a nivel mundial (ONU), facilita que los actores políticos y económicos a nivel planetario tengan mesas de trabajo donde puedan multiplicar sinergias y generar nuevas formas de enfocar los problemas que permitan encontrar nuevas soluciones.
  5. La juventud más comprometida puede encontrar soluciones en minutos a problemas que la gente de mayor edad ya ha considerado irresolubles.
  6. Crecimiento de iniciativas privadas con mucha capacidad de interacción (ONG’s, Fundaciones, filántropos…).
  7. Una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que el 40% de la población más pobre crezca por encima de la media, ya se ha dado en el período 2010-2016. Por tanto, los datos ya demuestran que las desigualdades no son ni inevitables ni irreversibles.

Joaquín PLANASDEMUNT TOBEÑA
Barcelona
Diciembre del 2022

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