Anticipar a pesar de lo imprevisible: el cuidado

Anticipar a pesar de lo imprevisible: el cuidado

Llegamos al tercer arco de la vida con una maleta bajo el brazo. Nuestros hábitos, alguna disfunción, cositas que van apareciendo. Eso no nos debe acobardar. Siempre hay camino por recorrer.

Nombro algunos aspectos que nos pueden ayudar a envejecer mejor. El envejecimiento es natural a nuestra condición humana. Podemos entender y razonar que hay algunos aspectos que van cambiando; dormimos peor, nos cansamos más que antes, no nos acordamos de las cosas… pero se pueden mejorar algunas situaciones que, aunque nos parezcan ‘normales’, en realidad no lo son y se puede intentar corregir. En una conferencia del profesor Eduard Punset, él hablaba de la diferencia entre la edad cronológica y la edad biológica. La primera sería la oficial, la edad en años. La edad biológica sería la edad real, cómo están nuestras células, nuestros tejidos… Es aquello de cuando preguntamos la edad a una persona y cuando nos contesta, pensamos que parece más joven, o al revés, nos parece mayor.

Fotografía de Anna Shvets en Pexels

Los científicos se preguntan el porqué de esta diferencia, y se plantean:

¿Envejecemos todos igual? Es obvio que no.

¿Qué factores ayudan a envejecer de manera saludable? Y aquí hay una larga lista que hoy ya sabemos. Encontrándonos mejor, seguro que iremos avanzando en el tercer arco de la vida más contentos y sintiéndonos bien.

Algunos podemos pensar que poca cosa puedo hacer yo; quizá recordemos que nuestros padres murieron mayores y con poca salud… pero no todo se hereda, hay muchísimo margen donde podemos actuar. Es más, a pesar de ser ya grandes podemos pensar que un margen de mejora ya no es posible. Vale decir que sí podemos mejorar.

También podemos pensar que, apareciendo la enfermedad, quizás ya no hay remedio, seguir lo que nos dice el médico, tomar la medicación, si es necesario, hacer los seguimientos pertinentes… pues en este caso también se puede mejorar, seguro.

¿Cómo cuidar nuestro sistema digestivo?

Es un pilar fundamental para cuidar nuestra salud y envejecer mejor. Lo enfocaremos de dos maneras.

La primera es poner énfasis en comer bien. No sólo se trata de lo que comemos, sino de cómo lo hacemos. La digestión es un proceso concatenado de acontecimientos. No pasa el siguiente sin el primero. Si masticamos deprisa, si en todas nuestras comidas no aportamos buenas proteínas y grasas de calidad, entonces no hacemos bien la papilla que llega a la primera porción del intestino delgado (necesitamos el ácido que así se genera) que, junto con la bilis y las enzimas pancreáticas, harán posible la digestión de los alimentos, que no es nada más que sacar partido de los alimentos para obtener los nutrientes, y sentirnos entonces bien y con energía. Nos podemos preguntar, cuando acabo de comer, ¿tengo acidez?, ¿tengo gases?, ¿tengo reflujo? Cuando tenemos acidez no siempre es por exceso de ácido, también puede ser por su defecto o por el estrés. Si nos sentimos demasiado llenos, es que quizás hemos hecho una comida demasiado copiosa o con platos con más salsas, fritos… Y los gases, ya tendrían que ver con lo que explicamos a continuación.

El segundo enfoque del tema son las bacterias que nos colonizan, y es así porque se encuentran mayoritariamente en el colon, o, al revés, el colon se llama así por el gran número de bacterias que en él se encuentran. Estas bacterias son nuestros aliados, buenos aliados, que nos ayudarán a defendernos de las infecciones, nos aportarán vitaminas, nos ayudarán a absorber mejor los nutrientes… Hay alimentos que favorecen el tipo de bacterias buenas. Y otros que favorecen a los no tan buenos. Cuando se rompe el equilibrio entre bacterias buenas y no tan buenas, se pueden derivar problemas de salud que van más allá del sistema digestivo. Interesa una gran variedad de bacterias, de las buenas. Cuando nos hacemos mayores, se pierde esta buena variedad. Tendremos que insistir aún más en conseguir una buena variedad de bacterias buenas. Os propongo que escuchemos nuestros intestinos, si tenemos molestias, gases, si nos cuesta ir al baño, o al revés. Son indicaciones de que esta colección de bacterias debe ser mejorada.

Algunas personas hemos interiorizado como normal lo que nos pasa cuando comemos: si estamos inflados, si nos cuesta digerir, y, si siempre me cuesta ir al baño… Pues estas situaciones no son normales y hay que intentar corregirlas, porque del buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo no solo depende obtener la energía para hacer las cosas… dependen muchas funciones; nuestro sistema inmunológico, hace que eliminemos bien los tóxicos, tanto ambientales como los que genera nuestro propio organismo, que no tengamos problemas de alergia, que no demos pie a que aparezcan enfermedades de tipo autoinmune, cáncer, que nuestra piel se encuentre en buen estado, que tengamos buen ánimo, que no favorezcamos el dolor que puede aparecer en articulaciones.

Corrijamos aquellas cosas que hace que no nos sintamos bien cuando comemos. Dediquemos tiempo para hacer la comida, compremos alimentos naturales, y cocinémoslos adecuadamente, con cocciones suaves, sin quemar las cosas. Evitemos los procesados (todo lo que hace la industria: galletas, pastelería, todo aquello que está lleno de los conocidos aditivos), las bebidas edulcoradas, el azúcar añadido y para beber, agua. ¡Una dieta muy variada y llena de colores! Siempre habrá casos específicos que requieran una atención particular. Entonces podéis consultarlo con algún especialista. También podemos sospechar de alguna intolerancia. Es muy importante encontrarla si es que está.

Tampoco va bien estar comiendo continuamente, el pica-pica continuo. Los espacios entre comidas van muy bien para que acaben bien las digestiones, para la mucosa de nuestro estómago.

Para hacer bien la digestión necesitamos la bilis que la produce el hígado que se almacena en la vesícula biliar. Pues bien, por eso también debemos cuidar nuestro hígado. Lo conseguiremos evitando los tóxicos (alcohol, cosas quemadas, humos) y haciendo ejercicio para procesar bien las grasas de nuestra dieta. Y, curiosamente, también ayudaremos a nuestro hígado yendo bien al lavabo, no tener estreñimiento. Esto es así, porque el trabajo que hace el hígado de ayudarnos a eliminar los tóxicos, cuando hay estreñimiento, no funciona, hay un retorno de los tóxicos de nuevo al hígado y este ciclo se acaba complicando.

Y también la piel, las mucosas; nuestras bacterias intestinales cuidan también de la piel y las mucosas (oral, vaginal) cuando nuestra colección de bacterias está bien equilibrada. Y, por otro lado, cuidando nuestra piel con jabones poco agresivos y una buena hidratación, también favoreceremos las bacterias de nuestro intestino.

Susana HOSPITAL MARCHAL
Doctora en Farmacia. Farmacéutica comunitaria
susanahospitalmarchal@gmail.com

Publicado originalmente en RE catalán núm. 110

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