REARTICULANDO SENTIDOS DISTINTOS DEL VIVIR Y DEL CONVIVIR:
EL CINCUENTENARIO DE 1973
Este septiembre se cumplen en Chile 50 años del Golpe de Estado una fecha que Maximiliano Salinas Campos[i], historiador, ve como una oportunidad de entendernos como humanidad en un contexto mucho más amplio. Con él conversamos…
– Maximiliano, ¿qué podemos aprender de esta fecha tan significativa?
– Creo que nos haría bien comprender este cincuentenario chileno desde 1973 ubicándonos en una perspectiva histórica mundial de la humanidad, lo que permitiría comprender el golpe de estado de Chile 1973 no sólo como la pérdida y el naufragio de nuestra democracia local. Es lógico que hay una dimensión evidente de crisis y de pérdida. Pero creo que es más importante advertir un proceso mundial de historia social, política, económica y religiosa aún mucho más vasto. A nivel planetario a partir de 1968 se generó un antes y un después. Hay allí una fractura mundial, de época. Quizás hasta el presente estamos viviendo un proceso de reordenamiento, de reformulación de muchas cosas que tiene que ver con una crisis irremediable de la cultura occidental, de la cultura capitalista. Se empieza a desencadenar un acontecer político, económico, cultural e ideológico que nos ubica en una época de transición hacia un mundo distinto, muy distinto y donde el mundo que conocimos hasta 1968 ya no existe más. Se trata de la superación de un orden más o menos establecido que venía de los siglos XIX y XX. Empiezan a darse inéditas transformaciones donde los paradigmas dejan de funcionar tal como están. Uno podría ubicar los cincuenta años chilenos dentro de esta gran batahola mundial donde se están rearticulando sentidos distintos del vivir y del convivir.
El proyecto de la Unidad Popular fue la expresión de un proceso global mundial donde se buscó repensar las expresiones sociales revolucionarias, que terminara en un callejón sin salida no significa que no alcanzara la validez de algo que todavía debe en gran parte reflexionarse. La propuesta que hago es vernos como humanidad en una transición que se está repensando por completo, más que vernos en la permanente desgracia de la que no salimos. Yo invito a repensar los cincuenta años como una posibilidad de revisar el proceso histórico, no solamente como una crítica al neoliberalismo, o a la crisis constitucional. Sería nefasto verlo todo como una sucesiva colección de fracasos. De tumbo en tumbo. ¿De qué le sirve eso a las nuevas generaciones? ¡Me parece más animador verlo como parte de un proceso evolutivo!
– ¿Cómo construcción de nuevos paradigmas y viendo una concepción antropológica nueva?
– Sin esquivar el hecho de la crisis, pero la crisis por sí misma no explica más nada si no está dentro de un proceso de transformación mayor. Hay que comprender esta situación dolorosa no en la mirada trágica y compungida de las puras peleas sino con una visión política y espiritual mucho más inspiradora, de mayor vuelo.
– Falta la reflexión y la visión que nos de esperanza que nos ayude a comprendernos como humanidad, más allá de las diferencias, ¿qué estamos construyendo y cómo ello nos muestra una ruta?
– Yo siento que estamos en un clima discursivo que nos va encerrando en un callejón donde se impone la adversidad de cada día, el catastrofismo. Se habla de izquierdas y de derechas como si habláramos de buenos y malos. Dele que suene. ¿Dónde tenemos el foco? ¿Dónde se instala el saber? Hay que aprender entre todos formas distintas de saber. Creo que estamos situados y enmarañados en una forma de saber, en un orden previo a 1968, de finales de los sesenta. Bueno sería pensar de una manera nueva, donde ciertamente hay que huir de los derrotismos, de lo negativo, escapar de las dinámicas decadentes. No tengo obviamente las respuestas, pero tenemos que irlas descubriendo en conjunto. Tenemos que desaprender el espíritu de la necrofilia, el patriarcal barril sin fondo de buenos y malos. Esta es una pugna permanente que no se resuelve y que no tiene resolución y que versa todo el tiempo en la pelea por lo perdido. Como si la lucha fuera en sí misma el fin de todo.
– ¿Ya sería una respuesta tomar conciencia de la pugna permanente tesis-antítesis que no logra encontrar una hay salida?
– Hay que inventar categorías nuevas. Necesitamos dejar de estar siempre en lo mismo. No salimos de la mismidad. Del ensimismamiento. En 1968 quedaron preguntas que aún no recogemos. En 1989 cayó el muro de Berlín y siento que todavía no logramos procesarlo. Hay preguntas de 1968, de 1989, de 2019 que son mundiales y que van balbuceando algo distinto. Para esto tenemos que conversar, que conversarnos mucho más. Encontrarnos con todos. Como dijo Roberto Matta en los ochentas: “Una de las virtudes más formidables del ser humano es conversar y conversando convencerse y converger. Versando verterse uno en el otro.” (Matta conversaciones, 1987, 137).
[i] https://es.wikipedia.org/wiki/Maximiliano_Salinas
Elisabet JUANOLA SORIA
Periodista
Santiago de Chile, Chile
Julio de 2023