Agua y energía: el futuro

Agua y energía: el futuro

Fotografía de Noelle Otto en Pexel

Tras un verano de temperaturas récord en Europa, y en particular en el Mediterráneo, millones de turistas se volcaron en las playas y en los refugios montañosos, poniendo a dura prueba a los Ayuntamientos de localidades que vieron quintuplicada, o más, su población durante varias semanas. Los suministros de agua en el verano más cálido que se recuerde se agotaron en algunas regiones, sin que se previera lluvia.

Tras constatar en carne propia la situación, a la población le quedan pocas dudas sobre la importancia del agua y su incalculable valor para la vida. La cuestión es: esa población, esa sociedad civil, ¿querrá tomar decisiones serias para afrontar este problema?

La gestión del agua nos atañe a todos: los particulares, las administraciones públicas, las empresas, la sociedad civil. Pero es ésta la que debe sacudir las conciencias de los políticos, que son quienes gestionan a alto nivel la administración del patrimonio hídrico. Pero no los culpemos de inacción y desidia: ellos reflejan a la sociedad más de lo que pensamos, y decantan sus decisiones por lo que más les reditúa en votos a corto plazo. Esos votos los ofrece precisamente la sociedad civil. Mientras nosotros mismos seamos cortoplacistas y no reclamemos con firmeza y constancia una política adecuada sobre el agua, poniendo en ello nuestra colaboración, no sucederá.

El cambio climático no podrá ser detenido ya en forma inmediata —las guerras, el uso de combustibles fósiles y los transportes no han disminuido—, pero sí debe ser afrontado. No esperando una lluvia que cada vez aparecerá menos, o lo hará torrencialmente, sino recurriendo a la creatividad y la tecnología.

Fotografía de Nithin Pa en Pexel

Tenemos que impulsar, entre todos, la conciencia de este problema y suscitar innovación y decisiones para gestionarlo. El ahorro es una línea de trabajo. La conservación (recogida del agua de lluvia) y la producción (con desalinizadoras), son otras posibles. Y se deben complementar con la gestión inteligente de la energía, recurriendo a las renovables en todo lo posible para no empeorar la situación.

Pero ninguna de estas acciones será asumida seriamente por parte de los políticos si la sociedad civil no lo exige. Debemos crear consciencia entre los más jóvenes —a veces son ellos quienes nos exigen hacerlo— y ahorrarla en todo lo posible, evitando fugas y consumiendo la indispensable en la vida cotidiana. El sistema productivo alimentario, tanto la agricultura como la ganadería y la piscicultura, afrontan particulares desafíos para reducir drásticamente el uso de agua, rediseñando muchos de sus procesos. Posiblemente las empresas más responsables ecológicamente, ofrezcan un motivo más a sus consumidores para darles su preferencia.

La Tierra es el único planeta habitable para nosotros en muchos millones de años luz a la redonda. Es nuestra casa común y la estamos destruyendo a base de consumo infinito y derroche en conflictos que sólo nos empobrecen.

Cuidemos la Tierra, y en particular el agua, con una decidida corresponsabilidad ahora que aún podemos hacerlo. Orientemos nuestra acción al bien de las personas realmente existentes hoy, sin seguir poniendo en peligro nuestra propia supervivencia y dilapidando los recursos de las siguientes generaciones.

Leticia SOBERÓN MAINERO
Psicóloga y doctora en comunicación
Septiembre de 2023

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