El 30 de enero asistí al segundo día de los Diálogos humanísticos de la Pompeu Fabra. El conversatorio se titulaba “Israel y Palestina, tan lejos y tan cerca” y estaba a cargo de dos académicos expertos en el área: Pere Vilanova y Albert Garcia. Fue interesante escucharles y en el proceso poder reflexionar sobre el tejido de la existencia humana y observar las complejas intersecciones entre moral, política y religión. Durante esa hora pensé mucho en las ideas de Emmanuel Lévinas y quiero aprovechar para conectarlas con algunas de las ideas de Vilanova.
Creo importante refrescar el énfasis de Lévinas en su reflexiones. Para este autor hay varios puntos claves para pensar sobre la responsabilidad hacia el otro y mencionaré dos que creo se relacionan bastante bien con el tema de ayer. Primero tener en cuenta que para él, la idea del otro, se sitúa en el centro de su filosofía, así que la ética de la alteridad no es un concepto abstracto, lo ve como una urgencia de reconocer la singularidad y humanidad del otro. En segunda posición nos habla sobre la crítica a la violencia y la instrumentalización. Este pensador se preocupa por la tendencia de reducir al otro a un objeto desde los discursos políticos.
No hace falta ser una gran académica para notar que la moral y la política no siempre caminan de la mano, desafiando la idea de que los imperativos éticos son siempre consideraciones prioritarias en el ámbito político. Al emprender este viaje, es inevitable bucear en las narrativas antiguas que han moldeado las comprensiones culturales y éticas a lo largo de los siglos.
Durante los intercambios de ideas, Vilanova trajo al escenario a Job, quien tiene algunas de sus vivencias narradas en el Antiguo Testamento y aprovecho para refrescar una parte de forma breve: Job, el hombre justo, se encuentra en medio de un torbellino de desafíos y aflicciones. Aquí, la distinción entre la esfera moral y la política se desdibuja, ya que Job, a pesar de sus tribulaciones, mantiene su integridad moral. La narrativa sirve como un recordatorio de que la moralidad individual puede resistir las tormentas de los asuntos políticos y sociales.
Sin embargo, al dirigir nuestra atención a la relación entre la religión y la violencia, un matiz oscuro emana del tejido mismo de las creencias humanas. Así que Vilanova aprovechó para también traer a nuestros pensamientos la historia de Abraham, el profeta, quien nos lleva a territorios conflictivos y, en ocasiones, sangrientos. La lucha por la tierra prometida resalta la paradoja de cómo las convicciones religiosas pueden convertirse en fuentes de discordia y violencia. Aquí volvemos a Lévinas, quien en su ética de la responsabilidad hacia el otro, nos hace cuestionar cómo estas narrativas religiosas han influido en la relación entre la moral y la política a lo largo del tiempo.
En la contemporaneidad, la fe a menudo se busca en diálogos aislados con lo divino. Conceptos actuales basados en conversaciones individuales con Dios revelan la diversidad de interpretaciones religiosas que pueden modularse para justificar acciones políticas y morales. Aquí, Lévinas nos invita a examinar la responsabilidad ética que implica tales conversaciones y considerar cómo estas experiencias espirituales pueden afectar nuestras interacciones en la esfera pública.
Vilanova volvió a traer referencias bíblicas para pensar la actual violencia que el gobierno de Israel ejercer contra los palestinos por el territorio. Mencionó Los filisteos y pienso que aquí se puede encarnar la alteridad, la otredad. La forma en que los filisteos son representados puede ser un recordatorio de cómo la construcción del «otro» puede justificar conflictos y guerras en nombre de la diferencia y la divergencia. Lévinas, con su énfasis en la alteridad, nos recordaría la importancia de reconocer la humanidad común incluso en aquellos que consideramos “otros».
La reflexión más importante con la que me quedo, es la compartida por Vilanova sobre la asimetría de poder, una realidad inquietante cuando naciones poderosas en armas chocan con aquellas desprovistas de recursos similares. Aquí, la ética levinasiana resuena fuertemente, llamándonos a considerar la responsabilidad que conlleva el poder y la necesidad de mitigar las injusticias impuestas por desequilibrios de fuerza. La asimetría de poder, vista a través de la lente de Lévinas, nos incita a cuestionar cómo el poder político y militar puede erosionar la responsabilidad ética hacia los demás.
Pienso que podría concluir con que Lévinas nos insta a mirar más allá de las convenciones establecidas, a desentrañar las complejidades de la ética en medio de las dinámicas políticas y religiosas. La reflexión nos lleva a un llamado a la responsabilidad ética, recordándonos que en la intersección de estas esferas, nuestra obligación hacia el otro debe prevalecer sobre cualquier consideración política o religiosa que amenace con distorsionar nuestra percepción de la humanidad compartida.
Thelma Vanahí ÁLVAREZ BELLO: @thelmavanahi
Artista visual
República Dominicana
Marzo de 2024